Cuando el negocio se mezcla con el ocio. El desafío del compliance, desde Startups a Grandes Empresas listadas en bolsa

Cuando el negocio se mezcla con el ocio. El desafío del compliance, desde Startups a Grandes Empresas listadas en bolsa

El viejo refrán dice que «los negocios son negocios», pero ¿qué sucede cuando se cruzan con el ocio? Esa delgada línea entre una decisión profesional y una acción a lo menos cuestionable puede ser el inicio de un conflicto de interés, una vulneración de principios éticos y, en casos extremos, un problema legal. La clave está en gestionar estas situaciones con claridad, transparencia y un sólido modelo de compliance.

Si algo no puede ser explicado públicamente o a tus padres sin generar dudas, lo más probable es que sea algo indebido o, como mínimo, éticamente cuestionable. Este principio, tan simple como poderoso, debería ser la brújula que guíe a cualquier organización o persona al enfrentar decisiones que involucren el cruce entre intereses personales y profesionales.

Pero partamos de lo básico: Un conflicto de interés ocurre cuando los intereses personales o externos de una persona interfieren (o parecen interferir) con los intereses de la organización. Por ejemplo, un director que decide contratar a una empresa de un familiar o aceptar beneficios de un proveedor a cambio de un trato preferencial. Aunque algunos de estos actos pueden no ser ilegales, sí son perjudiciales para la transparencia y confianza.

La falta de controles para gestionar conflictos de interés puede derivar en problemas graves. Casos recientes a nivel global e incluso en Chile, como el escándalo de fundaciones o contratos cuestionables en sectores públicos y privados, demuestran cómo estas situaciones erosionan la confianza en las instituciones y generan pérdidas económicas y reputacionales incalculables.

En el ámbito empresarial, cuando las decisiones se guían por intereses personales y no por el bien de la organización, se pone en riesgo mucho más que el cumplimiento normativo: se compromete la credibilidad de la marca, la motivación del equipo y, en última instancia, la sostenibilidad del negocio.

Los programas de compliance juegan un rol crucial en la prevención y gestión de conflictos de interés. Estos modelos deben incluir; Políticas claras, Capacitación regular, Mecanismos de denuncia y Revisiones periódicas.

Un buen test para evaluar decisiones cuestionables es preguntarse: “¿Se lo contaría a mis padres o lo haría público sin vergüenza alguna?” Si la respuesta es no, probablemente algo anda mal. La transparencia no solo es un principio ético, sino también una herramienta poderosa para construir confianza en todos los niveles de la organización.

En un mundo donde el escrutinio público es constante y los errores se magnifican, las empresas deben comprometerse a integrar el compliance no como una exigencia legal, sino como un pilar estratégico. Al prevenir conflictos de interés y fomentar una cultura de ética y transparencia, las organizaciones no solo cumplen con las normas, sino que también construyen relaciones sólidas con sus stakeholders y aseguran su permanencia en el mercado, con una base anticorrupción, que no permite los conflictos de interés.

El ocio puede ser un aliado del negocio cuando fomenta creatividad y colaboración, pero debe gestionarse cuidadosamente para evitar que se convierta en el talón de Aquiles de la integridad corporativa. Porque al final del día, lo que realmente diferencia a una organización no es solo lo que hace, sino cómo lo hace.